miércoles, 22 de octubre de 2014

Sigue Caminando, César Millán —Keep Walking—

Nací siendo parte de una manada; pero un instinto en mi me llamaba a la aventura.

Mis padres me dieron cien dólares para el viaje; todos sus ahorros. Tuve que dejar a mi manada a tras; quería ir a Hollywood a aprender de los mejores entrenadores. Mi sueño, era volverme uno de ellos para poder ayudarle a la gente a reconectarse con la naturaleza; pero los obstáculos no tardaron en aparecer.

Del otro lado tuve que vivir bajo un puente; con un dólar al día, tuve que aprender un lenguaje completamente desconocido para mí; ahora tenía que afrentar la peor frontera de todas, la mental.

Encontrar un perro salvaje en tu camino puede ser un golpe de suerte, "daddy" parecía un perro incontrolable pero dentro de él había un espíritu noble que esperaba ser descubierto; se convirtió en mi mejor amigo.

Una estrella de cine vio en mí al entrenador de perros que necesitaba; los que yo buscaba en un principio no existían; era yo quien debía llenar ese vacío. Vine a Estados Unidos a aprender de ellos y terminaron aprendiendo de mí; pero a veces es más fácil comunicarse con la naturaleza que con los humanos. Todo sucedió muy rápido, no tuve cuidado con lo que firmaba, caí en banca rota; me quitaron mi propio nombre, y lo perdí ¡todo!

Cuando pensé que nada podía ser peor, "daddy" mi mejor amigo, mi más leal compañero me dejo para siempre. Cuando un hombre se queda sin su manda es lo más cercano que hay a un fantasma.

Fueron los perros quienes me salvaron.

Mis instintos me gritaban que me reinventara; era momento de volver a enfrentar esa frontera mental que nos separa de nuestros sueños; empecé a rescatar perros y a conseguirles un hogar; se los debía; así regresé a la televisión; y entendí que la generosidad se pagaba con generosidad; y que escuchar tus instintos es la única forma de ser fiel a ti mismo. Ahora mi sueño es más grande, voy a enseñarle al mundo lo que he aprendido de mi manada; a vivir con lealtad y armonía.

Cada perro que salvo hace del mundo un lugar mejor; estoy donde quiero estar y sigo caminando; cada paso cuenta, ¿y tú, dónde quieres estar en cinco años?




miércoles, 8 de octubre de 2014

El Burro Flautista


“Está como el burro que tocó la flauta” se dice cuando una persona hace algo extraordinario sin haber estudiado para ello; al respecto existe una fábula del escritor Tomas Iriarte que cuenta como sucedió:

El burro flautista

Sin reglas del arte, el que en algo acierta, acierta por casualidad

Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad. Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad.

Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada por casualidad. Acercóse a olerla el dicho animal y dio un resoplido por casualidad.

En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad.

«¡Oh!», dijo el borrico. «¡Qué bien sé tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal!»

Sin reglas del arte borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad.


Un Hombre Normal


Corazón,
A través de esta canción, 
quiero decirte, como me siento.

Se que nada pasará, si mañana no me vez;
Y tengo que asimilar, que por este soñador ya no tienes interés.
Nunca fui tu prioridad, ni tu centro de atención
Y tengo que asimilar, que si estuve ya no estoy dentro de tu corazón.

Me haré pasar, por un hombre normal;
Que pueda estar sin ti, que no se siente mal
Y voy a sonreír para que pase desapercibida mi tristeza.

Con madurez te voy retirar
Y por primera vez, prometo no llorar
Y voy a sonreír, para que pase desapercibida mi tristeza.

¿Qué le digo a la ciudad, por tu desaparición?
¿Cómo puedo asimilar, que si estuve ya no estoy dentro
de tu corazón?

Me haré pasar, por un hombre normal;
Que pueda estar sin ti, que no se siente mal
Y voy a sonreír, para que pase desapercibida mi tristeza.

Con madurez, te voy retirar
Y por primera vez prometo no llorar
Y voy a sonreír, para que pase desapercibida mi tristeza.

A través de esta canción, 
solo quería que supieras como me siento,
pero solo eso, solo eso.

¡Ahhhahhhh!

—Espinoza Paz—



Hombre Normal, Espinoza Paz

ambmcdemgg7 C D Se que nada pasará, G Si mañana no me ves C y tengo que asimilar D que para este soñador G ya no tienes interés? C D Nunca fui tu prioridad G ni tu centro de atención C y tengo que asimilar, D que si estuve ya no estoy G G7 dentro de tu corazón... [CORO] C Me haré pasar por un hombre normal Bm que puede estar sin ti Em que no se siente mal Am y voy a sonreir D G G7 para que pase desapercivida mi tristeza C Con madurez me voy a retirar Bm Em y por primera vez prometo no llorar Am y voy a sonreir D G para que pase desapercivida mi tristeza C D Ya no soy tu prioridad G ni tu centro de atención C Como puedo asimilar D que si estuve ya no estoy G G7 dentro de tu corazón... [CORO]


miércoles, 1 de octubre de 2014

NO TE RINDAS


No te rindas, aún estás a tiempo
de abrazar la vida y comenzar de nuevo.
Aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje,
perseguir tus sueños, destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor, no cedas.
Aunque el frío queme.
Aunque el miedo muerda.
Aunque el sol se esconda y se calle el viento.
Aún hay fuego en tu alma. Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque yo te quiero.
Porque existe el vino y el amor es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas. Quitar los cerrojos.
Abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto.
Recuperar la risa. Ensayar el canto.
Bajar la guardia y extender las manos.
Desplegar las alas e intentar de nuevo.
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas.
Aunque el frío queme.
Aunque el miedo muerda.
Aunque el sol se ponga y se calle el viento.
Aún hay fuego en tu alma.
Aún hay vida en tus sueños.
Porque cada día es un comienzo nuevo.
Porque ésta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo y porque yo te quiero...

—Mario Benedetti, uruguayo—